Cierto es que la devoción a María Santísima de la
Encarnación y Esperanza es algo por lo que trabajamos diariamente. Desde un
comienzo el propósito de su adquisición ha sido fomentar el amor a María, un
amor ciego que nos haga sentirnos arropados en todo momento a lo largo por
nuestro paso terrenal, y además, poder manifestarlo públicamente y compartirlo
con todos cuantos estén a nuestro alcance.
Y
poco a poco van saliendo los frutos de este trabajo incansable, en esta
ocasión, hablamos de un chico que siempre ha estado pendiente de nuestros pasos
y se ha acercado para descubrir desde su perspectiva infantil la trastienda
cofrade. Bien es cierto que nosotros no somos maestros de nadie, pero nos gusta
transmitir nuestros conocimientos y poder dar explicación a todo cuanto se
realiza, por eso, a este pequeño le tenemos gran estima, cariño, y sobretodo,
le tenemos el ojo echado para que en un futuro pueda acompañarnos y echar una
mano con este gran proyecto que se vive diariamente, y quizás algún día, ser cabeza
de todo este grupo que se desvive por ofrecer a su Titular el lugar más alto,
señalado y elegante que requiere la grandeza de ser la Madre de Dios, nuestro
Divino Salvador, y Madre nuestra.
Se puede leer:
“Para mi reina del cielo,
para mi madre adorada,
la más bonita de mi corazón,
es la Virgen
de la Encarnación.
Quédate conmigo,
Virgen María,
mi casa contigo,
no estará vacía”.
Gracias, pequeño Alejandro. No olvides que te queremos, y gracias a ti Marisa, madre de este gran pequeño, por la educación que le estás ofreciendo, y por esos valores tan grandes que hoy ya no existen. María Santísima de la Encarnación y Esperanza os tiene en su mente, no lo olvidéis.
Juan Cruz Calero Torrico
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