Dios
es Amor.
Callad,
callad, criaturas:
callad
todas, por favor,
que
sólo cuando se calla
se
puede escuchar a Dios:
a
ese Dios escondido
que
llevo en mi corazón;
que
está en el cielo, en la tierra
y
en toda la creación,
y
que vive en el Sagrario…
porque
es un Dios… todo amor.
Todo
Amor…, pues de la nada
el
universo creo
y
con amor infinito,
-después
que el hombre pecó-
bajando
del alto cielo,
en
la Virgen se encarnó
para
redimir al hombre
con
eterna redención.
Y
así, nace en un establo
en
completa humillación
y
vive toda su vida
en
pobreza y privación,
predicando
con su ejemplo
del
amor la gran lección
de
que todos nos amemos
al
igual que él nos amó.
Por
eso muere en la Cruz,
que
es su cátedra de amor,
donde
todos aprendemos
todo
lo que Él predicó:
la
pobreza, la humildad,
el
santo temor de Dios,
la
obediencia, la paciencia, y santa resignación
en
todos los contratiempos
y
en las horas del dolor.
Y
habiendo amado a los suyos
-y
“los suyos” todos son-
los
amó infinitamente
cual
sólo puede amar Dios,
quedándose
en el Sagrario
encerrado
en el copón
para
que todos lo coman
en
la Santa Comunión.
Ya
que, pues, así me amas,
oh
mi Dios, Padre y Señor,
yo
también te quiero amar
haciéndote
donación
de
todo lo que yo tengo
y
de todo cuanto soy;
pues
no hay nada más hermoso
ni
que tenga más valor,
ni
que tanto te complazca,
ni
que pueda hacer mejor
que
entregarme totalmente
correspondiendo
a tu don.
Toma,
pues, Jesús amado,
y
acepta mi corazón,
ya
que no puedo vivir
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