Ante
una Navidad falta de esencia cofrade que acreciente y haga más palpable nuestro
sentir cristiano, auténtica esencia de estas fiestas, nos encontramos con los
hermosos y dulces cultos de las “Jornaditas”, que se celebran en algunos puntos
de la geografía sevillana. Esta celebración tan típicamente navideña tiene su
origen en México, donde los frailes que evangelizaron estas tierras tras su
descubrimiento y conquista crearon una serie de representaciones teatrales para
escenificar el duro camino de la Virgen y San José hasta Belén (como
contraposición a sus cultos paganos), las después denominadas “posadas”. El
convento franciscano de Castilleja de la Cuesta, lugar de recepción de frailes
venidos de América, fue germen de esta tradición en España. Se realizan desde
el siglo XVII en el presbiterio de la Parroquia Matriz de Santiago Apóstol con
la sagrada imagen de Nuestra Señora de la Soledad, que es cambiada de
escenificación y vestimenta cada día de esta novena. Estas jornaditas fueron
introducidas, además, en múltiples conventos femeninos de clausura, con
pintorescas procesiones claustrales y rituales en torno a imágenes de tamaño
reducido.
Volviendo
al caso de Castilleja, la contemplación y ejercicio de esta novena sigue la del
llamado “Libro de la Jornadita”, editado en 1856, siendo en principio de diez
días, en el primero de los cuales se representaba la Encarnación, jornada que
ha desaparecido. En las jornadas la Virgen adopta posición caminante o se
presenta subida en un jumetillo, contemplándose el paso de los Santos Esposos
por el Monte Tabor, la ciudad de Naín, los campos de Samaria, el pozo de
Siquén, el lugar de Necmas (donde se presenta a la Virgen como Divina Pastora),
el lugar donde perdieron al Niño (donde la Virgen se calienta las manos en una
candela), la ciudad de Jerusalén, y Belén, culminando la última jornada con el
Nacimiento Glorioso del Niño Dios, todo una joya heredada de la teatralidad
barroca, abriéndose unas cortinas colocadas en el portal al son del Gloria,
dejando ver el Misterio. Como culmen a esta Navidad idílica, el 6 de enero,
Solemnidad de la Epifanía, la sagrada imagen de la Virgen con su Divino Hijo,
escenificando la Adoración de los Reyes Magos, se muestra como Reina del Cielo
con suntuosas galas, recibiendo el amor de sus fieles en Devoto Besamanos. Esta
tradición, cuya primicia tiene mi Hermandad de la Plaza, también es celebrada
en otros pueblos de la comarca como Gines, Mairena del Aljarafe y Carrión de
los Céspedes, aunque en estos no se conserva la escenificación diaria.
Sería
fantástico que se celebraran estas jornaditas con la imagen de María Santísima
de la Encarnación y Esperanza, puesto que sería algo único y original tanto en
la comarca como en la provincia. Además, en estas fechas en las que tanto
alarde se hace de que debemos acoger a Cristo en nuestros corazones en
conmemoración de su nacimiento, la escena de la Virgen, Madre de todos los
cristianos, siendo rechazada y falta de cobijo y posada, nos recuerda
precisamente a Nuestra Señora de la Encarnación y Esperanza, que 2017 años
después vuelve a ser despreciada por parte de muchos que dicen ser fieles
servidores y ministros suyos, negándosele, como en vísperas de su bendito parto
la posada, el asilo y veneración en alguno de los templos pozoalbenses, en el pueblo
que la vio nacer y que tiene a gala ser su pueblo.
Diego Antonio Linde Gutiérrez.
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