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Reflexión para la Solemnidad de la Encarnación del año 2020.

María, Madre de la Encarnación y Esperanza, queremos dirigir nuestra mirada y nuestro pensamiento hacia Ti, en este día de tu onomástica. Hoy eres, especialmente, la “llena de gracia”, la mujer del “sí”, la elegida de Dios, en quien todas las virtudes residen y a quien toda la historia ha mirado como modelo. Fuiste escogida desde el inicio de los tiempos para ser sagrario privilegiado de Jesucristo, “verdadero Dios” que por su Encarnación en tus benditas entrañas se hizo también “verdadero Hombre”, haciéndote así Madre de Dios y Madre de toda la Humanidad, nueva Eva que traería al mundo la redención del pecado primero. Dios te ha colmado de todos los dones, por eso te hizo Inmaculada, siempre Virgen, te elevó hasta los cielos y te coronó como Reina de la creación. Dios te tiene en el trono de la gloria, y escucha tus peticiones con especial preferencia y atención. Por eso te suplicamos en este día: queremos tener la fe de tu “sí” para entregarnos a los designios de Dios con total confianza, y queremos pedirte por nuestro mundo, herido en estos días por el dolor de la enfermedad, la muerte, la soledad y la tristeza. Sabemos que nos escuchas, y que presentarás nuestra aflicción ante tu Hijo, como hiciste en las Bodas de Caná. Que en estos momentos no nos falte tu figura maternal a nuestro lado, y que seas, más que nunca, salud de los enfermos y esperanza certera de la Humanidad. 

Diego A. Linde 

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